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Leanan Sidhe

Canción de moda, primera parte

Eran las 4 de la madrugada cuando escuché un oscuro cántico celta que me llamaba con desesperación.

Se notaba que aquél hombre había estado bebiendo durante semanas, en la habitación había gotas de sangre por todos lados.

Su vida giraba en torno a la música, había 2 guitarras muy viejas colgadas en la pared y una tercera de mejor aspecto tumbada a lado de un colchón viejo en la esquina del cuarto. Tendría unos 43 años y una vida muy vacía. Me había estado invocando desde hace tiempo pero algo cambió en él que realmente escuché su llanto. En su afán por encontrar respuestas se había empezado a mutilar lentamente. Comenzó cortándose el dedo del pie una y otra vez hasta que esa noche lo perdió por completo. Podría haber esperado un poco más hasta ver a qué punto llegaba, pero algo me decía que las cosas serían mucho más interesantes si me aparecía. Su primera reacción al verme fue de júbilo, tardó unos segundos en poder abrir la boca. -¿E...res tú... Leanan? -¿Esperabas a alguien más? -No, no, para nada, sabría que vendrías esta vez. Se acercó tembloroso con la intención de tocar mi rostro. -No estamos aquí para eso. Vamos, muéstrame lo que tienes.

Juntó del suelo todos los papeles que pudo, intentando darles un orden donde no había.

-Aquí están todos, son las misma basura, sería mejor que no los leyeras. -Quieras o no, debo verlos. Veamos... Amor, desamor, soledad... ¿Por qué todos los humanos quieren escribir sobre la misma cosa una y otra vez? ¿Es lo único que existe en su pequeño mundo imaginario? -Es lo único que conozco, creo... -No, no es lo único, acabas de pasar por una experiencia única. Dime ¿Qué sentiste? -Amm, ¿hablas de esto?. Señaló su pie ensangrentado. -Exclusivamente de eso. -Pues, al inicio no podía pasar de un rasguño, el dolor era intenso y mi mano titubeaba demasiado, pero algo me hacía volver al mismo punto, ardía pero al final dejaba una sensación de alivio. Era como acumular mucha energía para después encontrar un descanso. Descubrí que entre más enojado o triste estuviera, sentía menos dolor y era más el alivio. Como sí el dolor ya fuera permanente en mi interior y al cortarme pasaba a ser alivio. -¿Y cómo fue que hoy perdiste todo? -Cada día iba más lejos que el día anterior, supongo que era de esperarse. -Todo esto que me contaste, ¿crees que puedas transformarlo en algo poético? -¿De verdad alguien quiere escuchar una canción sobre mutilamiento? -Creo que te hace falta escuchar otro tipo de música, por lo que veo estás encasillado con lo acústico, pero bueno, te sorprenderías lo que puedes lograr con lo que acabas de contarme, le darías un toque más melancólico. -Okay, puedo intentarlo... pero pensé que tú hacías todo el trabajo. -No realmente, yo solo me encargo de darle forma a todo lo que tienes reprimido, le doy vida a cambio de otra. -Cierto, había olvidado esa parte del trato. ¿Duraré mucho tiempo escribiendo o será cuestión de días?

-Eso lo decido yo, tú encárgate de escribir.

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