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Autor: La Chica llamada Cuervo

Una muñeca rota

Cuando una muñeca se rompe regresa a su caja donde es encerrada. No habrá fuerza humana que la pueda sacar de ahí, estará sola consigo misma, viendo su cuerpo y pensando en qué pudo haber hecho distinto.

Todos pensaban que la caja era el descanso, por fin la muñeca iba a cerrar los ojos.

Ella había pasado mucho tiempo lastimándose, odiándose. Había empezado a creer que una vez que estuviera muerta, realmente rota, todo esto terminaría. "Todo esto", no encontraba palabras para definir su dolor, sólo era demasiado

Los primeros en sufrir fueron sus brazos, cuando se llenaron de cicatrices fue hacia las piernas, luego los pies. Todo su cuerpo se estaba llenando de pequeñas marcas con sangre.

Pronto su cama se empezó a volver en un ataúd que la aprisionaba, dejó de comer, de tomar agua hasta que respirar siquiera era doloroso.

El momento de la libertad estaba llegando, por fin abandonaría este ser que tanto odiaba. Se imaginaba reencarnando en una muñeca nueva, una completa.

La vida se alejó de su cuerpo rasguñándola y llevándose lo último que quedaba de fuerza vital.

Al fin la muñeca fue guardada en su caja. Cuando se cerró la tapa, sus ojos volvieron a abrirse, estaba ahí encerrada por toda la eternidad con ella misma, el ser que más ha odiado.

Así fue como la encontré, cuando el Cuervo la trajo a la Morgue, vi que coleccionaba muñecas rotas, vi cómo intentaba volver a unir sus pedazos, las vi con tristeza y las abracé, tal vez aquí con nosotros estarán más tranquilas.

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