Las dudas son infierno
En algún lugar
He hablado de dolor y el sufrimiento, pero olvidé decir cuánto me gusta el sabor de su saliva y el color de sus ojos fuego, su cuerpo cualquiera que entre multitudes distingo.
He emitido contar las veces que intentaba dormir a su lado excitada sin poder conciliar el sueño.
No le dije cuánto me gustaba que él me abrazara y hundiera suavemente las yemas de sus dedos sobre mis costillas.
Olvidé los besos en el cuello y la paz de nuestro silencio.
No quiero olvidar la luz de día, el calor que provoca en la piel desnuda, el calor de los cuerpos y el sudor que provoca su comunicación. Quiero decirle que no olvido las tardes de otoño y cómo el sol acaricia las hojas, el amarillo previo al invierno.
No olvido esa tarde que lo vi: sus lentes de sol, el ángulo y cuadratura de su mentón, sus labios gruesos rojizos.
Es su nombre el que no puedo pronunciar, ¿cómo invocarlo?
El mayor temor de un amante es amar y no ser amado.
Tengo miedo de que él no me recuerde.
¿Me pensará?
Atte. Sra. V