El mundo de los felices
El Cuervo había nacido en un mundo donde no existían "los felices", ellos eran considerados un mito.
Era difícil imaginarse a alguien que no cayera en la tristeza constantemente, entonces, como creadores de su propia realidad, los tristes decidieron contar su historia donde ellos eran los seres más evolucionados y los felices eran esas criaturas blandas y vacías.
En ese universo vivía el Cuervo con "él". Juntos pasaban tardes enteras soñando en cómo sería ser parte de los felices, cómo sería un mundo vacío, donde perder todo lo que ellos son implicaba ser vacíos, seres blandos y ligeros que flotan.
Seguro los felices vivían arriba, ellos eran los enterrados en la oscuridad, donde la piel se hace blanca y la boca se llena de lombrices.
Cada que el Cuervo cierra los ojos recuerda ese mundo, recuerda cómo era estar enterrado, la desesperación y la envidia que sentía hacia los seres mágicos "los felices".
-Ya no estás ahí Cuervo,- le digo sosteniendo fuerte mi máscara y dejándolo ver nuestra realidad. -Ya somos libres, ya vemos el sol.
El Cuervo no me cree cuando le digo que el mundo de los tristes es un invento y que la felicidad es una decisión; así que juego su juego hasta que un día tenga el valor de creerme de nuevo y se atreva a dejar ese recuerdo atrás.