El Carnicero de Rostov
El 16 de octubre de 1936 nació en Ucrania uno de los peores psicópatas en toda la historia de la URSS y del mundo.
Este domingo en la Morgue nos dimos a la tarea de repasar un poco el pasado sanguinario y los crímenes cometidos por Andrei Chikatilo, quien en su haber confesó haber matado a por lo menos 52 personas; la mayoría de ellos niños y adolescentes.
En la historia de los asesinos en serie como tal es inevitable ignorar que la mayoría de ellos tuvo una infancia marcada por la tragedia, en el caso de Chikatilo la hambruna del Holocausto y un padre capturado por los nazis fueron razones más que suficientes para ser un niño solitario, marginado por sus compañeros de escuela, humillado y sumiso. En la Ucrania de esos años que lo vio nacer, la hambruna invadía las calles y los muertos estaban por todas partes. De niño Andrei solía ver numerosos cadáveres descuartizados, ya que las personas se veían obligadas a comer la carne humana para sobrevivir.
Fue apodado como el carnicero de Rostov, el destripador de Rostov y el destripador rojo, ya que además de asesinar a sus víctimas, solía mutilarlas de diferentes formas tras golpearlas y agredirlas sexualmente, cometió sus crímenes en Rusia, Ucrania y Uzbekistán en la época en la que estos países formaban parte de la Unión Soviética.
Después de terminar sus estudios básicos, Andréi prestó el servicio militar desde donde decidió continuar su educación y obtener los títulos de ingeniería, literatura rusa y el denominado “marxismo-leninismo”. Tras finalizar los estudios se convirtió en un comunista activo, se casó y pese a los problemas de impotencia sexual que sufría, el matrimonio tuvo dos hijos. Entre los aspectos de esa aparente ‘’normalidad’’ familiar Andrei terminó convirtiéndose en maestro, ya que sentía una enfermiza atracción sexual por sus alumnos.
A los 42 años, tras engañar a una niña la llevó a una cabaña de su propiedad con el fin de violarla y probar suerte en su impotencia. Lejos de excitarse con el cuerpo de la menor, fue una herida de sangre durante el forcejeo lo que desató su lívido hasta tal punto que no pudo evitar incrementar la violencia hasta matarla.
Su segunda víctima mortal no llegó sino hasta tres años después. Tras haber perdido su empleo como profesor, en 1981 comenzó a trabajar como funcionario de abastecimiento de una fábrica. Su nombre era Larisa Tkachenko, una prostituta de 17 años, quien se burló de Andrei por no poder tener una erección. Esto lo hizo enfurecer tanto que perdió el control y la mató salvajemente. Después de estrangularla, eyaculó sobre su cadáver, mordió su garganta, cortó sus senos y hasta se comió los pezones.
La tercera fue Lyuba Biryuk, una niña de 13 años, la acuchilló unas 40 veces y le mutiló los ojos.
Oleg Podzhiváev fue su primera víctima masculina, un niño de 9 años cuyo cuerpo jamás fue encontrado.
Para octubre de 1990 el número de víctimas de Chikatilo ascendía a 30 personas y pese a haber sido arrestado como sospechoso había salido sin ningún cargo al no existir ‘’pruebas suficientes’’. En ese entonces había un cuerpo policial de 600 elementos que tenían la tarea exclusiva de dar con el asesino. En noviembre, mientras hacían una de esas guardias, un detective llamado Ígor Rybakov vio a un hombre salir del bosque.
Llevaba traje y corbata, tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre, al día siguiente las autoridades encontraron el cadáver de una joven en esa misma zona. Así el 20 de noviembre se emitió una orden de detención contra Andréi Chikatilo.
Al principio negó estar involucrado con los crímenes pero después dijo que confesaría si detenían los interrogatorios que solían prolongarse más de 6 horas diarias.
Psiquiatras y profesionales de la salud mental lo clasificaron como un sádico prudente. Se determinó que sus acciones fueron premeditadas y que estaba legalmente cuerdo. Su juicio comenzó en abril de 1992 y terminó en octubre de ese año.
Fue sentenciado a la pena de muerte.
El 14 de febrero de 1994 fue ejecutado de un tiro en la nuca en la prisión de Rostov del Don.
Tenebris C.
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