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La Chica Llamada Cuervo

El ritual

La primera vez que Emma realizó un ritual fue acompañada.

Llegó a una casa de ocultismo, la habían referido ahí, le habían dicho en repetidas ocasiones que ahí podía encontrar respuestas. El lugar era casi una mansión que estaba oculta por los árboles de la calle, desde afuera sólo se veía una puerta negra de herrería. Al cruzarla, se tenía que recorrer un camino de pasto hasta llegar al porche que invitaba al interior del lugar. Las luces de afuera era ténues y las cortinas se mantenían cerradas.

Emma tocó la puerta e inmediatamente un hombre salió a recibirla, dio un paso y vio el enorme candelabro iluminando el recibidor y escuchó a lo lejos las risas y el piano; el hombre la dirigió a la sala donde se encontraban los demás. Los habitantes de la casa le dieron la bienvenida. Inclusive se levantaron para abrazarla y decirle lo emocionados que estaban de tenerla ahí.

No era común recibir nuevas visitas, y menos, a esa hora de la noche recibir a una mujer sola, pero ellos sabían que ella no era alguien común.


Una mujer la tomó de la mano y la ayudó a quitase los guantes. Emma miró hacia abajo y vio que estaba descalza, no pudo evitar su cara de sorpresa al notarlo y la chica soltó una carcajada, ahí fue cuando entendió que estaba en un lugar ajeno a todo lo que había conocido.


Las personas de la sala se presentaron uno a uno y le explicaron que esa noche realizarían un ritual, iba a ser algo sencillo, algo que ella podía aprender sin problema y repetir cuando estuviera sola.


La encaminaron a otra habitación, era un salón casi vacío con una mesa redonda al centro. Al entrar prendieron unas velas para poder ver. Ahí, en medio de la mesa redonda había un manojo de hierbas unidas por un lazo rojo, una de las mujeres tomó el manojo y lo encendió con la flama de una vela, así comenzó a esparcir su humo por todo el lugar. El humo era espeso y oscuro, comenzó a cubrir a Emma y así, aprendió las siguientes palabras:


La sangre dentro de mi cuerpo es tan mía como las ideas que recorren mi mente, puedo controlar cada gota que recorre mis venas como puedo controlar cada palabra que atraviesa mi ser.


Con esas palabras comenzó el ritual que les permitiría tener control sobre todas las emociones que se volcaran sobre ellos a continuación, les daría permiso de sentir todo lo que pudieran experimentar y poder utilizar su consciencia más allá de lo normlamente permitido.

Emma aprendió las palabras, las adoptó como suyas y así, cuando el ritual terminó, ella tomó de la mano de nuevo a la misma chica que la había llevado ahí y le susurró al oído lo que ella más anhelaba en el mundo, la sostuvo con sus manos mientras le preguntaba al oído cuál era el ritual para poder hablar con muertos.


Pasarían unas cuantas noches más antes de que se le revelara esa información, sin embargo, ahí junto a ellas, en medio del humo, se encontraba la forma de comunicarse que ella tanto anhelaba.






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