Heridas
El Cuervo está herido y como un animal, cada vez que lo lastiman se vuelve más agresivo, ha crecido tanto dentro de una jaula que ya aprendió a romper los barrotes y a atacar a quienes se acercan a él.
Yo escribo desde una parte de él que sigue intacta, de esa parte que cree y que sueña, soy esa parte del Cuervo que no tiene miedo a salir al mundo de nuevo.
Me veo en el espejo y lo sigo viendo dentro de mí, enojado, creyendo que el mundo es un lugar violento. Nuestros sueños se han hecho más oscuros y mis ojos lloran tanto que ya he olvidado cómo era cuando reíamos.
El Cuervo nos aprisionó a la Morgue, a los cadáveres que ya fueron olvidados, abrazamos sus cuerpos inertes y esperamos que alguien regrese por ellos, que alguien vuelva a traer luz al anfiteatro y que nos salve de nosotros, que nos salve de creer que somos monstruos, que nos rescate de creer que las heridas no sanan.
Han pasado días enteros y seguimos aquí, escondidos debajo de una camilla esperando que las heridas cierren y que la luz regrese.
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