Hilo rojo
Nacimos separados, no había nada en el mundo que nos pudiera unir, y aún así, en medio de la niebla y el ruido incesante de la ciudad lo encontré.
Había escuchado que dentro de mi cuerpo existía un hijo rojo que nos estaba uniendo aunque no pudiera verlo, todos decían que ahí estaba.
Ese hilo rojo, según he escuchado, es invisible para el ojo humano pero hay seres alrededor de nosotros que sí pueden verlo y lo utilizan para unirnos con el otro extremo, aun cuando nosotros no sepamos a quién le pertenece ese extremo.
Así fue como un ser invisible para mí jaló del hilo y me guió por la ciudad. Sentía como si caminara con los ojos cerrados confiando que alguien más me guiaba con cuidado.
Caminé entre la oscuridad sintiendo cómo el hilo rojo se movía dentro de mi pecho como si fuera a brotar con sangre fuera de él, mantuve el ritmo corriendo para que el hilo no me lastimara, corrí tan rápido como mi cuerpo me lo permitió, mientras que el hilo se seguía estirando y amenazaba con romperse.
Consideré detenerme, cortar con mis dientes el hijo que no podía ver y desaparecer de ahí. Pero no había forma, cuando puse las manos en mi pecho sólo sentí un borde, todo lo demás estaba dentro. Caminé de nuevo, mis pies estaban tan cansados que comencé a arrastrarlos. La piel comenzaba a debilitarse por el suelo y ahí comenzó la sangre.
Me detuve de golpe al sentir la primera gota de sangre escurrir por la palma de mi pie. El hilo, junto con el ser que lo jalaba, intentaron moverme pero no lo lograron, yo seguía aferrada a permanecer inmóvil; fue entonces cuando logré sentir el hilo moviéndose dentro de mí. Dicen que uno no puede sentir su corazón, sin embargo, por un instante sentí el hilo rozar mi corazón hasta llegar a la superficie de mi piel y desgarrarla.
El hilo salió y lo pude ver, era rojo y también estaba cubierto de mi sangre. Lo vi fijamente y entonces, abruptamente llegaron a mí todos los recuerdos ¿cómo es que yo había llegado ahí? ¿cómo caminé tan lejos? ¿cuándo me perdí así?
Los recuerdos flotaban en mi cabeza amontonándose, era como una pila de historias y emociones en la que yo siempre me encontraba confundida y con una visión nublada sobre lo que pasaba frente a mí, luego las memorias comenzaron a lastimarme, la gente que veía en mi cabeza tenía garras y dientes exclusivamente para hacerme daño, hasta que el hilo rojo se hizo presente y me sacó corriendo de ahí.
Así estaba yo de nuevo, poniendo toda mi esperanza en un hilo que debía de salvarme de mí misma, pero tal vez no quería ser salvada.
El ser que jalaba del hilo se alejó, lo sé porque vi una sombra llevárselo y un viento anunciar su partida, estaba completamente sola, pero el hilo seguía ahí, podía tomarlo con mis manos y seguir el camino hasta donde me llevara pero ¿qué más tenía que perder en el camino? ¿qué tanto me tendría que lastimar para llegar al otro extremo?
No sé de dónde salió esa fuerza, pero algo en mí me impulsó y lo rompí. Lo metí en mi boca y con mis dientes lo mastiqué hasta deshacerlo, sentí cómo brotaba sangre de él, el hilo era parte mía; lo deshice y lo restante lo escupí al mismo suelo que había absorbido ya mi dolor y así, en medio de la oscuridad, volví a ser yo, sólo que esta vez sin un hilo que me obligue a sacrificarme con él.
En cuanto al otro extemo del hilo, cuenta la leyenda que si cortas uno, el otro también se perderá, pero confío en que él encontrará también su camino en la oscuridad.
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