La magia nos está consumiendo
Encontré a una muñeca enterrada en el patio de la Morgue.
Arriba de su pequeña tumba habían sembrado una planta que había crecido con hojas largas y rojas, cada que llueve parce que escurre sangre de ella.
La muñeca tiene los ojos vendados y la cara llena de tierra. La limpié y la llevé adentro para poder examinarla. Al quitarle la venda de los ojos vi que cada ojo era de un color distinto. Toqué su frente, su cabello, hasta que terminé abriendo su pecho para poder ver en su interior.
Hacer la autopsia de una muñeca es similar a hacer la de un humano, así que fue sencillo. Los cortes fueron precisos y salió muy poca sangre de ahí.
Cuando tuve su corazón en mis manos vi que continuaba latiendo, escurrían gotas como las de la lluvia en la planta, lo volví a colocar en su lugar.
Con una incisión abrí un espacio en su cabeza y tomé de ahí un pedazo de su cerebro, se veía tan pequeño y oscuro que me llamó mucho la atención, lo puse en mi lengua y lo tragué.
Una vez con esa parte de su cerebro dentro de mí pude ver detrás de sus ojos vendados. Vi la historia de una chica acechada por fantasmas y demonios. La vi desgarrándose la piel de la cara con desesperación al creer que nadie la entendía, la vi golpeándose la cabeza, gritando, no parecía haber solución hasta que finalmente decidió vendarse los ojos.
Vivía una vida a oscuras, se había cegado a sí misma para no ver los fantasmas que la perseguían, sin embargo los demonios seguían susurrando ideas en su cabeza.
Todas las noches golpeaba muy fuerte su cráneo contra la cabecera tratando de callarlos pero ellos gritaban, cuando ella gritaba para olvidarlos, ellos mordían un trozo de su cerebro y la hacían llorar.
Llegó un momento en que la chica no aguantó más y el miedo a seguir siendo acechada la paralizó. Poco a poco su cuerpo se fue endureciendo hasta volverse una muñeca. Su cama se volvió un ataúd que la aprisionaba pero todos podían verla ahí, estática.
Las personas a su alrededor la visitaban con curiosidad, decían que un hechizo la había vuelto así, era la magia negra, según ellos, lo que la había consumido. Finalmente la chica olvidó cómo mantenerse con vida y fue como terminó enterrada en nuestro patio.
De su corazón creció la planta y de ahí sus latidos me advirtieron que alguien estaba ahí.
Tomé el mismo bisturí e hice una incisión en mi cráneo, tomé una muestra de mi cerebro y la coloqué en la parte que había extraído del suyo.
- Lo siento muñeca - me disculpé por haber invadido su mundo.
Al cerrar la costura vi sus ojos parpadear, ya no necesitaba vendarse los ojos, los fantasmas se habían ido junto con la psicosis, ya sólo quedaba la magia.
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