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La maldición de la casa de la Señora V

La Señora V

Mi madre nunca levantó una oración por mí. Me dejó en este letargo de amargura, en una casa que apenas puedo pagar y una soledad que me carcome. Su cuerpo se encuentra en su recámara. ¿Qué puedo hacer? Dentro de poco comenzará el fétido aroma de los muertos a invadir la casa, su cuerpo se reventará y las larvas se alimentarán de ella.


Esta noche he escuchado cómo los muebles se deslizan de un lado al otro de la habitación, sus pisadas, sus golpes en la puerta queriendo salir. Sobre la puerta dibujé el ojo de Horus. Arderás en el infierno, solía decirle mi tía. Yo no quiero que arda. ¿Qué hacer?


Mi madre cree que esta casa la eligió. No hay mejor oferta que ésta en el mercado. Esta casa tiene un largo historial de remates y por su naturaleza son pocas las modificaciones que se le pueden hacer. Mi madre acostumbraba a encerrarse en el estudio antes de hacer cualquier cosa. En realidad lo único que pudo hacer fue resanar las paredes. Mi madre no deja de golpear las paredes… No te puedes, recuerda lo que has hecho… Tiene razón mi tía… le digo.


Pronto esa casa se cubrirá de sombras. Sé lo que mi madre ha hecho.









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