La Momia más Viva
Ser embalsamador no es fácil. Día con día llegan muchos cadáveres a las puertas de la Morgue en espera de ser atendidos. A veces las autopsias son rápidas, otras veces tenemos que encerrar en frascos los retazos de pesadillas que encontramos dentro, otras veces tiramos de los brazos del cadáver porque no deja de moverse. Es un trabajo duro pero alguien tiene que hacerlo. Y los embalsamadores casi siempre disfrutan su trabajo por lo multifacético que es. Lo que más disfruto yo es trabajar con diferentes técnicas de embalsamamiento.
Quizá no lo saben, pero año con año, entre los muertos y no tan muertos deciden dar un premio al Cadáver Mejor Preservado, para reconocer al mejor embalsamado. Claro, el embalsamador se lleva el premio también. Pero aunque trabajemos con entusiasmo, nosotros no nos apresuramos ni cantamos victoria pronto, porque, nos guste o no, siempre sabemos quién gana el premio: La Momia de Lenin.
Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin, fue uno de los políticos más importantes del mundo moderno. A pesar de querer ser enterrado vivo junto con su madre y que su deseo le fuera negado, tras morir en 1924, Stalin mandó a embalsamar y exhibir su cuerpo para todo el proletariado. "Solo será por tres días", decía Stalin.
Nuestra competencia directa, llamada al principio "Comité de la Inmortalización" fue un grupo encargado de descubrir cómo mantener preservado el cuerpo hasta encontrar una cura para su misterioso mal. La idea era algún tipo de criogenización pero terminaron volviéndolo una momia y aunque nunca revelaron el método de embalsamamiento que utilizaron (dicen las malas lenguas de seres demoníacos que fue el mismo método que el utilizado con el líder nor-coreano Kim Il-sung) se sabe que se le extrajo el cerebro con fines de estudio.
Tiempo después el equipo de embalsamadores científicos multifacéticos cambiaron su nombre a "El grupo del Mausoleo", y todos los días sacaban a Lenin para bañarlo en una solución especial creada para él, le cambiaban el traje, lo retocaba y lo regresaban a su sarcófago especial a prueba de balas y oxígeno antes y después de exhibirlo al público.
En todo este tiempo, también me atrevo a decir que la Momia de Lenin es la que más aventuras vive, pues han intentado dispararle, golpearle e incluso quisieron hacer que volara por los aires. De hecho, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial siendo trasladado a Siberia junto con todo el grupo del Mausoleo.
El cuerpo ha exhibido durante 98 años en el gran Mausoleo de Lenin, situado en la Plaza Roja de Moscú: una pirámide compuesta por gradas rojas diseñada por el arquitecto Alexei Chtchusev. No te dejan entrar con cámaras fotográficas, de vídeo ni teléfonos móviles porque la momia más famosa "necesita descansar". Es ADORADA por muchísimas personas, es idolatrado y endiosado, cosa que da un poco de gracia, debido a que Lenin repudiaba el reconocimiento personal y que lo consideraran un genio, según sus biógrafos.
A pesar de que se abren debates sobre si enterrar o no el cuerpo, nadie quiere hacerlo. La llamada Maldición de Lenin es una consecuencia política, una caja de Pandora que nadie se atreve a abrir: su cuerpo se volvió un objeto de culto, casi divino, para la sociedad rusa moderna y quién entierre el cuerpo, tendrá que enfrentarse a una nación que tiene un culto al cadáver del líder revolucionario.
No hay duda de que Lenin sigue siendo todo un ícono para mortales y monstruos. Quizá ya no tenga ese cerebro brillante que odia a los ídolos, pero su cuerpo tambaleante disfruta muchísimo las premiaciones y los reflectores. Quien sabe, quizá en 2024, después de 100 años de servicio, le den un descanso real.
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