Las reglas del juego
Desde que era una niña he estado obsesionada con un juego: la ruleta rusa. Las reglas son sencillas, es un juego rápido y siempre, siempre, vas a saber quién ganó y quién perdió; no es como esos en los que te hacen dudar al final o hay un giro inesperado.
El juego llegó a mí más que yo a él, fue una mañana que desperté inmovilizada por un dolor de cabeza que jamás había experimentado. El dolor fue tanto que me toqué la nuca buscando rastros de sangre, entonces pensé ¿habrá quien se provoque este dolor a sí mismo? y bueno, ya conocen la respuesta, claro que sí, algunas veces llegar al borde del aburrimiento nos provoca querer volarnos los sesos, literalmente, pero ¿cómo? retomando el contexto, yo era una niña de 12 años, jamás nadie me iba a aceptar en una sala de juegos.
Así que, hice lo único que podía: observé. Llené mi cerebro de videos mal grabados donde la gente jugaba y se reía mientras ponía una pistola en su cabeza. Me llené de adrenalina mientras me imaginaba ser la siguiente, sostener en mis manos un arma mientras miraba a los ojos a mis contrincantes.
Los años pasaron y mi cuerpo fue cambiando, pero m mente era la misma y mantenía ese mismo objetivo. Es extraño cómo las salas de juego parecieran no tener moral, sin embargo te piden una identificación que confirme que eres mayor de edad, así que esperé a cumplir 18.
Cuando tuve por primera vez la credencial en mis manos me sentí tan poderosa, la sostuve con toda la fuerza que tenía y corrí a la dirección que había guardado anteriormente. Sabía la contraseña y los horarios de las "fiestas".
Entré, el lugar era menos elegante de lo que me imaginaba, pero no importaba, lo que realmente importaba era la habitación con la mesa redonda y el arma en medio.
¿La ironía? Me preparé toda mi vida para este juego y en mi primer partida perdí. Tomé la pistola con mi mano derecha, convencida de que iba a ganar, sonreí y así, con esa sonrisa de niña tonta recibí un disparo que me tiró de la silla, aun sonriendo.
Las personas de la "fiesta" me dejaron en la entrada de un hospital con mi identificación sobre el abdomen. Claro que sobreviví, sino quién estaría aquí contando la historia, ¿no? Aunque si algo les puedo decir es que uno no llega al hospital con una bala en el cerebro esperando volver como la misma persona.
Pero bueno, ya fue mucho sobre mí, ¿en qué iba antes que esto? Ah sí...las reglas del juego son muy simples, no cerrar los ojos, sostener la pistola con fuerza, apretar el gatillo y claro, el juego no acaba hasta que acaba.
Todas las noches había una "fiesta" diferente, algunas estaba acompañada, algunas otras estaba solo ella viendo las manchas de sangre de su mesa redonda.
Los años habían transcurrido desde su primer partida y desde entonces nunca volvió a perder.
Algunos dicen que ella nunca se quita la máscara ya que sin ella descubirían su verdadera identidad, pero yo sé que el motivo por el que se la deja es para ocultar ese hoyo en su cabeza, esa cicatriz que le recuerda que en cualquier momento ella también podría perder en su propio juego.
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