Lo satánico del lenguaje
Da la casualidad de que, como en casi todo lo que escribo, quería comentar sobre algo o alguien y eso solo me hizo escarbar más en las profundidades de mis experiencias, mis libros y sobre todo, del internet.
A pesar de lo pretencioso que se escucha el título de este artículo (pero sin caer en el clickbait porque respeto el morbo humano), no quisiera emprender un viaje hacia las lenguas muertas aunque sea un poco necesario. Tampoco busco retar la fe porque, vamos, soy un demonio menor escribiendo desde una Morgue plagada de monstruos que tuvo una vida mortal basada, casi en su mayoría, en una fé y como todo espíritu rebelde, tuve que morir y después fui invocado gracias a estas lenguas que ahora nadie logra pronunciar correctamente. Pero eso también será necesario.
Hablemos del "Diablo", "el chamuco" o "Satanás", aquella fuerza caótica culpable de todo lo malo del mundo. En la antigüedad, esta fuerza caótica era nombrada y respetada, claro, como una deidad más en el panteón de tu elección. Más que ser malvados, eran representados sólo como fuerzas opuestas a la creación y la vida, siendo más un mal necesario para la humanidad y el ciclo natural de las cosas. Pero fue entonces que, junto con el comercio, la mitología, la literatura y el arte comenzó su expansión y todas estas representaciones comenzaron a evolucionar junto con el hombre y, en nuestra necesidad de comunicar, se les buscaron nombres más simples de usar y traducir. Recuerden que hablamos de una época antigua, aquella en la que no podías saber el significado de las palabras con ingresarlas a un buscador, eran necesarios escribas y traductores de carne y hueso, los cuales muchas veces no sabían cómo usar ciertos términos porque no existía una traducción literal o al contrario, demasiadas traducciones de una sola palabra.
¿Qué tiene que ver el lenguaje con el demonio? No lo sé, preguntemos a la estatua de Moisés con cuernos que hizo Miguel Ángel por una mala traducción de la Biblia del hebreo al latín donde se confunde 'karan' (resplandor) con 'keren' (cuerno). Y pensar que te atreves a quejarte del traductor de Google. Estas malas interpretaciones entre lenguas y lenguajes llevan siglos y siglos usándose, tanto así que, aunque la etimología nos lleva a los griegos, no es sino en el ahora conocido como idioma universal la primera vez que se pronuncia la palabra diablo. Me atrevo a decir que el inglés es el idioma más satánico que existe pero debido a lo diabólicamente limitado que es.
¿Quién pidió al inglés como lengua extranjera obligatoria? La ciencia, claro. Hacia finales de los
años 70 la mayoría de los textos científicos estaban escritos en inglés y aunque el alemán y el francés le hacían fuerte competencia, debido a los estragos de la Segunda Guerra Mundial (como la restricción de visas y rechazo a los países cercanos a Alemania), estos idiomas perdieron fuerza ante el imperio anglosajón. Entonces, para enterarte de lo que pasaba y pasa en el mundo era necesario saber inglés, al ser un idioma sencillo, facilitó la comunicación no sólo entre científicos y diplomáticos, sino entre individuos comunes y corrientes. Pero es su simpleza el mayor problema del idioma, pues carece muchas veces de traducciones para palabras que se usan diariamente en idiomas más compuestos como el mandarín o tiene traducciones demasiado ambiguas en idiomas como el español.
Si bien esto no parece grave, ha provocado problemas a gran escala. Un ejemplo de ello es lo sucedido con el autor Salman Rushdie, mejor conocido como el autor de "Los versos satánicos". Su obra ya era controversial, una novela que se componía de tres historias llenas de realismo mágico que intentó hacer una interposición de episodios ficcionalizados del Corán y dos versículos retirados por el Profeta Muhammad por reprimenda de Gabriel, el Ángel de la Revelación. La biografía de este profeta solo se transmitió oralmente y si saben como funciona el juego del teléfono descompuesto, sabrán que se desconoce qué tanto ha cambiado o no la precisión de este relato.
Pero Rushdie revivió la polémica, más por incidentes de traducción que por cuenta propia. Verán, al traducir la novela (originalmente escrita en árabe) del autor angloindio, se cometió el error de traducir estos versos suprimidos llamados 'gjaraniq' (las grullas) como versos "satánicos", no sólo dando a entender que se trataban de descartes del texto del Corán sino colocando la novela en un contexto de blasfemia.
Algunos dicen que solo fue estrategia de marketing pero si tienen algún concepto de lo sagrado, podrán imaginar que Medio Oriente no lo tomó de la mejor manera, tanto, que el ayatolá iraní Jomeini dictó en 1989 una fatwa que es una orden pública de ejecución a toda la población musulmana del mundo. El problema no solo se limitó entre Rushdie y todo el fundamentalismo religioso de la comunidad islámica, todos los involucrados en la publicación del libro fueron amenazados y algunos asesinados. Manifestaciones violentas se produjeron en Pakistán, hubo quema de copias del libro en países islámicos y Reino Unido, el racismo hacia la comunidad iraní creció y la tensión entre la Comunidad Económica de Europa aumentó tanto que los embajadores de Irán fueron retirados.
En 1998 el fatwa fue retirado pero Rushdie nunca ha podido recuperarse del todo ya que aún hay personas persiguiendolo. A pesar de que las intenciones de Rushdie jamás fue ofender a su comunidad, es claro que el idioma también refleja una diferencia cultural narrativa: para los musulmanes es imposible ver la línea entre la narrativa satírica y el trasfondo religioso.
Quizá para nosotros, el problema con el inglés parece más inofensivo, pero situaciones como esta no garantizan su reinado. Es difícil imaginar otro idioma como dominante, pero si la historia nos ha demostrado algo es que siempre hay tendencia al cambio. Quien sabe, quizá en unos 200 años sepamos qué pasó aquella tarde en la torre de Babel.
Ilustración por El Axx https://www.instagram.com/el_axx/
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