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La Chica Llamada Cuervo

Travesura

Javier no sabía distinguir qué era real y qué no. Durante toda su vida había vivido con ese miedo de no entender qué realmente estaba pasando y qué no, así que usaba una cámara escondida para poder ver sus grabaciones después y entenderlo mejor. Cada día, cada interacción, todo estaba registrado en la cámara de Javier; cuando creía haber escuchado gritos viniendo detrás de las paredes, la cámara demostraba que eso no había pasado, los monstruos que lo mordían al dormir: ficción, todo era más sencillo para él si lo manejaba así. Los años avanzaban y Javier había dejado de ser un niño, sus padres confiaban en que ahora podía entrar al mundo y vivir solo, pero el mundo real es muy solitario para alguien que está tan confundido, así que decidió dejarse llevar un poco por el mundo de su cabeza. Consiguió un trabajo, uno sencillo donde no hacen muchas preguntas y con espacios muy grandes y vacíos donde nadie lo molesta. Las voces, lo ruidos, todo lo acompañaba, sin embargo, poco a poco las voces se volvieron murmuros y los ruidos se fueron por completo. Javier estaba solo. El miedo de vivir así lo llevó a provocar las voces él solo, tal vez si él les creaba un lugar ellas regresarían, eso creyó. Ahora Javier hablaba en varias voces, cada una tenía una historia, cada una lo acompañaba de distinta forma. No se necesitó mucho tiempo para que un niño encontrara a Javier y entendiera el juego. El chico, queriendo jugar, comenzó a aparecerse, algunas veces escondido, otras de frente, causando dolores en la cabeza de Javier... "¿es este niño de verdad?" Emocionado al creer que las voces habían vuelto, Javier lo volvió parte de él. Su rutina diaria incluía visitar al niño, quien a su vez subía el nivel de su burla en forma de juego. Creía que podía manipular a Javier para hacer lo que él quisiera, y cuando se iba, la frágil mente del hombre seguía dibujando la imagen del niño para no sentirse solo. Pero a los pocos días el niño perdió interés y Javier se quedó jugando sólo con la imagen del niño en su cabeza. Una tarde, el juego fue muy lejos, Javier, convencido de que estaba con su amigo, accedió a jugar a las escondidas "es sólo un juego...no me puede hacer daño" se repetí a sí mismo mientras una parte de su cabeza dudaba si esto era una buena idea... "Es sólo un juego..." repitió Javier durante horas mientras esperaba ser encontrado en el fondo de un clóset escondido tras unas cajas..."es sólo un juego..." dijo mientras su cuerpo temblaba con frío. El clóset que Javier eligió pertenecía a una construcción deshabitada, pasó más de una semana antes de que alguien entrara ahí y encontrara el cuerpo de un hombre abrazándose a sí mismo. Javier ahora está en la Morgue con nosotros, lo he convencido de que él ganó el juego y se ve ahora más tranquilo. De vez en cuando soy yo quien se esconde y lo dejo encontrarme, pero otros días cuando no lo veo, sé que es tiempo de examinar cada clóset porque escucho detrás de las paredes ese murmuro diciendo "es sólo un juego..."




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