Una decisión

La rutina de todos los domingos en mi casa incluía ir caminando a la Iglesia de la mano de mi abuela; nunca entrábamos, pero siempre paseábamos por ahí afuera, comíamos algo y volvíamos, era lo más cerca de Dios que nos atrevíamos a estar en ese entonces, un poco más y podíamos ser juzgadas, así que valía la pena mantener una distancia.

Un domingo, como cualquier otro, caminaba sosteniendo su mano, tres veces mi tamaño y chocando contra su bolso que colgaba de un lado hasta su cadera, hasta que llegamos a unos pasos de la Iglesia, ese día no era como los demás, las puertas estaban cerradas y había una multitud fuera de ahí viendo hacia arriba.

¿Será que bajó Dios del cielo? - pensé mientras veía hacia el sol que me dejaba ciega por unos segundos; y fue entonces cuando reconocí el motivo del alboroto: había una chica en el techo de la Iglesia, completamente desnuda y con los brazos abiertos en forma de cruz.

Todos gritaban que no lo hiciera, la gente lloraba, le lanzaban flores y oraban a manera de gritos con tal de detenerla, pero ella no se movía, parecía una estatua nueva del lugar, adornando el techo y cuidando a todos desde ahí.

En un momento avanzó un paso y todos se mantuvieron en silencio, no se escuchaba mas que las oraciones en suspiro de cada una de las personas que anteriormente le habían gritado que no brincara. Tras ese paso, vino otro y luego, empezó a correr, como un ave gigante tomó vuelo y se lanzó del techo hacia el suelo.

Su cuerpo estalló contra el pavimento, las personas que estaban hasta el frente fueron salpicados y gritaron con pánico al verse embarrados de los restos de la chica. Los demás sólo los vieron paralizados, no hubo más oraciones ese día, todos caminamos de regreso a nuestras casas para nunca volver a hablar de ese tema.

El cuerpo fue levantado por un encargado del lugar a los pocos minutos del suceso, nunca supimos su nombre, sólo sabemos que una sola decisión pudo transformar la fé de todos los creyentes que acudíamos a estar un poco cerca de Dios ese día.