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Rigor Mortis

Victoria

Sobre la habitación cuelga una cruz de plata, me la regaló mi padre antes de morir. No creo que en nada, pero comienzo a tener miedo. Ayer, mientras caminaba en la noche, por la calle de regreso a casa, las sombras parecían seguirme, el aire era casi inexistente, respirar difícil. La silueta de un hombre se encontraba en la entrada de la casa, desapareció conforme me acercaba a la puerta de la entrada.

He comenzado a rezar. Escucho la voz de mi padre en los pasillos de la casa. “Ven, ven, no tengas miedo”, pero mi padre nunca vivió aquí. La voz de esa mujer dentro de mi cabeza. Me dice que haga esto o aquello y yo lo hago porque no puedo hacer otra cosa, aunque en ese hacer implique hacerme daño.

Ayer recibí una carta. La firma un tal “Efraín”, venía acompañada de un rosario. Me lo he colgado. Dice que las cosas serán aún peores, pero que es necesario mucha fuerza y fe. Eso último no lo conozco ni soy capaz de comprenderlo.

Mi nombre es Victoria, Victoria, Victoria, me repito para que mi alma no me olvide. Victoria, Victoria, Victoria…







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